La arriesgada “Freaks”, más conocida como “La parada de los monstruos en España”, supuso tal fracaso de crÃtica y público en el momento de su estreno que marcó el comienzo del fin de la carrera del genial Tod Browning, un cineasta que tan sólo un año antes habÃa tenido a medio Hollywood a sus pies con su versión de “Drácula”. El tiempo pone las cosas en su lugar, y hoy en dÃa no sólo es uno de sus tÃtulos más logrados y memorables, sino que supone una inagotable fuente de inspiración para el cine, la música, la televisión y el teatro.
El mismÃsimo Werner
Herzog la eligió como una de sus cinco pelÃculas favoritas de todos los
tiempos, aunque cuando se le pregunta por ella sólo anima al espectador a
verla, que le llevarÃa una hora entera explicarla. Y una hora es precisamente
el tiempo que se toma Ryan Murphy para presentar su particular circo ambulante
de los monstruos, un museo de los horrores en el que tienen cabida una mujer
barbuda, un medio hombre, enanos, mujeres de dos cabezas y hasta una diva con el
rostro ajado de la magnética Jessica Lange interpretando el “Life on Mars” de
David Bowie en un ejercicio de anacronismo cuyo ridÃculo nunca ha parecido
preocuparle al creador de “Glee”.
Y hasta ahà merece la
pena contar, ya que en este primer episodio de “American Horror Story: Freak
Show” ocurren tantas cosas, hay tantas presentaciones de personajes y
situaciones, que darÃan para un especial completo. Quizá demasiadas, pero serán
bien recibidas si en los próximos episodios el desarrollo de todas estas tramas
llega a buen puerto. Por lo pronto, han comenzado bien, con numerosos aciertos,
como el toque creepy que le da el payaso asesino al conjunto, la presentación
del mundo de la sensacional Sarah Paulson desde dos puntos de vista
contrapuestos, o ese momento cabaret cuyo tufillo a “Glee” no desentona en el
conjunto.
Ya algún miembro del
reparto ha reconocido que hay algún que otro homenaje también al cine de Baz
Luhrmann, y ésta es la parte que más deberÃa preocuparnos. Ya bastante toque
kitsch y sibarita tuvimos en la olvidable tercera temporada -que también comenzó de manera convincente para apagarse rápidamente-, una moda que
podrÃa volver a imponerse. Al menos, no se prevé que vaya a ser una temporada
tan glamurosa y sacada de un catálogo de Vanity Fair como aquélla, y hay
material más que suficiente para que esta serie remonte el vuelo de nuevo y
recupere su esencia, ésa que no se intuye desde el final de la prodigiosa “Asylum”.
SerÃa paradójico que el riesgo creativo que asumió Browning sea lo que acabe
salvando a esta serie. Aunque muy freak hay que ser para que, a estas alturas,
se asuma algún tipo de riesgo en una serie que, a mi juicio, ya ha quemado
todos los cartuchos posibles para resultar innovadora.
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