Sinopsis
Cuatro años
después de la devastadora batalla de Galípoli, en Turquía, el granjero
australiano Connor (Russell Crowe) viaja a Estambul para descubrir qué ha
pasado con sus hijos, declarados desaparecidos en combate, al tiempo que forja
una relación con una hermosa mujer turca (Olga Kurylenko), propietaria del
hotel en el que se hospeda. Aferrado a la esperanza y con ayuda de un oficial
turco, Connor se embarca en un viaje a través del país para descubrir la verdad
acerca del destino de sus hijos.
Ficha Técnica
Título original:
The water diviner
Países:
Australia, USA y Turquía
Año: 2014
Duración: 111
min.
Género: Drama
Dirección:
Russell Crowe
Interpretación:
Russell Crowe (Connor), Olga Kurylenko (Ayshe), Jai Courtney (Cyril Hughes),
Isabel Lucas (Natalia), Ryan Corr (Art), Damon Herriman (padre McIntyre), Megan
Gale (Fatma), Yilmaz Erdogan (Hasan), Cem Yilmaz (Cemal)
Guión: Andrew
Knight y Andrew Anastasios
Producción: Troy
Lum, Andrew Mason y Keith Rodger
Música: David
Hirschfelder
Fotografía:
Andrew Lesnie
Montaje: Matt
Villa
Diseño de
producción: Chris Kennedy
Vestuario: Tess
Schofield
Crítica
20 de diciembre de
1915. Los otomanos y los alemanes ven cómo las tropas enemigas, formadas
fundamentalmente por franceses y británicos, abandonan la península de Galípoli
tras varios intentos de invasión frustrados, dando comienzo al fin de una
batalla que en menos de un año se cobró la vida de más de medio millón de
personas entre uno y otro bando. Cuatro años después, los hijos de Joshua
Connor no han vuelto a casa de la contienda. Ya sea con vida o no, el zahorí
partirá en busca de sus tres hijos como promesa a su esposa.
Russell Crowe, que se
reserva también el papel principal, afronta su debut en la dirección con aires
clásicos, y de hecho podría considerarse que tiene ecos del cine de David Lean.
Pero además, “El maestro del agua” viene a ser un cruce entre “Salvar al soldado
Ryan”, “Largo domingo de noviazgo” y, sobre todo, el “Gallipoli” de Peter Weir.
Porque esta ambiciosa ópera prima recuerda mucho a los trabajos tras la cámara
del formidable director de origen australiano.
Pero mientras que el
responsable de obras tan míticas como “El año que vivimos misteriosamente”, “La
costa de los mosquitos” o “Master & Commander” consigue sacar partido a
cualquier historia épica con su elegante puesta en escena y su vibrante
dirección a todos los niveles, Crowe tira de ingenuidad y extrema bondad y se
muestra torpe y atropellado. El protagonista de “Gladiator” no sabe cómo
utilizar la música, abusa de ella, así como de la distorsión de la imagen, los
zooms, la cámara lenta o los flashbacks,
estos últimos mal insertados en la narración y repetidos tantas veces que
rompen la linealidad del relato. Por ejemplo, muestra
imágenes de la guerra una y otra vez como si su personaje en el film hubiera
estado en el campo de batalla, o instantes del futuro que acaban volviéndola
previsible y restan emoción al conjunto.
Y más allá de la
dirección, donde también hace aguas es en la historia. El film trata de tocar
tantos palos en la narración, vagando entre el melodrama romántico o el cine
bélico y con una presentación tan forzada, que finalmente no le saca la punta a
ninguno de ellos. La trama no termina de arrancar en ningún momento ni
emocionar. Le falta pasión, empuje, y le sobra más de un pasaje que ha sido
metido con calzador.
Ahora bien, está lejos
de ser una mala película. “El maestro del agua” se ve con comodidad y aunque se
haga pesada en ciertos tramos –la historia de amor forzada, por ejemplo, rompe
el ritmo y no acaba de cuajar-, no llega a aburrir del todo. Por otro lado,
está lujosamente ambientada, los actores están corrector y la fotografía, obra
del maestro Andrew Lesnie, es soberbia. Pero se queda en un intento de cine
clásico irregular y falto de amor, de emociones. Los fantasmas de Galípoli ya
fueron homenajeados como merecían hace más de treinta años, a través de la
historia de los dos atletas australianos unidos en el horror de la guerra.
NOTA:
4 sobre 10
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